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viernes, 25 de octubre de 2013

Ansiedad


 








¿Ya te comiste todas las uñas de las manos y estás queriendo volver a tener la elasticidad de la infancia para poder comerte también las del pie?
Estás ansioso. Es lógico, llega fin de año y en todos lados nos presionan para “cerrar” bien cada una de las actividades que emprendimos, desde el año laboral, de estudio, hasta el taller que arrancamos para distraernos de las obligaciones quiere preparar la “muestra de fin de año” convirtiéndose en una obligación más. A mi me pasa que a veces las cosas se me superponen y paso muchos nervios antes de decidir que hacer, me paralizo por temor a expresar esas complicaciones, porque no quiero quedar mal con nadie, quisiera cumplir con todos, pero evidentemente el cuerpo no me da para estar en más de un lugar al mismo tiempo.

¿Qué es la ansiedad?
“Es una respuesta psicológica, fisiológica y conductual que surge ante las demandas externas”.

Frente a la ansiedad:
  • -         Se puede entrar en pánico y quedarse detenido sin saber para donde correr.
  • -         Se la puede intentar encauzar y accionar al respecto de eso que nos provoca ansiedad.

Si un problema en particular nos provoca ansiedad la mejor forma es resolverlo o –si no es tan sencillo de resolver- EMPEZAR a resolverlo, para sentir que estamos en el camino de solucionarlo. Entiendo que hay problemas de índole muy diversa, por eso hay algunos que solo podemos accionar en un pequeño estadío del mismo para al menos sentir que no estamos escondidos bajo la cama, sino que aunque de a poco, estamos enfrentándolo y haciendo algo al respecto. Otros quizás son de más rápida solución pero que de todos modos son muy pesados para nosotros por la carga emocional que nos implica: levantar el tubo del teléfono y marcar el número de una persona con la cuál tenemos un conflicto es algo que puede resolverse en minutos pero que nos puede costar meses de acuerdo a lo mal que nos sintamos respecto a esta situación. Yo creo que la acumulación de estas pequeñas cosas (llamar a esa persona que nos conflictua, una tarea que no resolvimos, un evento que se aproxima y nos tensiona, el examen que se viene, esa visita al médico que seguimos postergando…) todo eso en suma es lo que hace que de a ratos estallemos en un ataque de ansiedad porque ante tantas cosas no sabemos por donde empezar a resolver. Y lo peor de esta sensación es que nos paraliza, porque uno esta como tironeado de varios hilos que tiran hacia diferentes lados entonces no avanza para ninguno y se queda inmóvil y asustado sin saber que hacer. 

Se me ocurre como ejercicio que podemos hacer una lista de esas cosas que nos provocan ansiedad. Tomarnos el tiempo de escribirlas. Y repito: tomarnos el tiempo. Porque la ansiedad también tiene que ver con la vida acelerada que llevamos donde queremos abarcarlo todo pero al final no resolvemos nada. ¿En cuando tiempo almorzaste hoy? ¿Cuánto tiempo le dedicaste a escuchar a esa persona que vino a contarte un problema? La última vez que agarraste un libro (no de estudio sino por placer) ¿Cuánto tiempo estuviste leyendo? Sí tus respuestas te hacen pensar que estás demasiado apresurado para todo quizás sea momento de reflexionar y reorganizarte. 

Otra clave para este momento del año: Establece prioridades. A esta altura del año ya no vas a poder resolver toda tu vida e intentarlo no va a hacer más que tensionarte. Pensa con sinceridad cuál es tu objetivo más urgente, eso que tenés que resolver sí o sí (aprobar ESA materia, conseguir ESE trabajo…). Toma conciencia de ello y enfoca tus energía ahí y permitite no cumplir a la perfección las demás cosas. Si lo que tenés es que aprobar el exámen de fin de año podes “perdonarte” el hecho de faltar a tu clase de gimnasia. Y ojo, lo que digo no es que dejes todas tus actividades, sino que reflexiones conscientemente de tus capacidades y seas realista con el uso del tiempo. No podes estar siempre en todo (aunque es la falsa idea que quiere vendernos la tecnología últimamente, de estar en todos lados al mismo tiempo, de estar siempre “conectados”*) así que enfócate en las cosas que sean más importante para no arrepentirte después. A todos nos pasa lo mismo y van a saber comprenderte si explicas que estás preparando tu tesis final y no podes asistir a tal evento o si necesitas estar solo para poder concentrarte en el trabajo que tenés que entregar.

Hoy la merienda nos la tomamos con tiempo para la reflexión, para charlar con nosotros mismos, desacelerarnos y enfocarnos en lo importante. La ansiedad no es más que todas esas cosas que tenemos anotadas en la agenda, remarcadas, subrayadas, resaltadas con colores fosforecentes…. ¡no saben más que hacer para llamar nuestra atención! Pero cerrémosla un momento para estar tranquilos y pensar. Les propongo que piensen una cosa por vez, que si mañana tienen un evento importante se concentren para eso y no tengan en la cabeza las actividades del próximo fin de semana. Piensen en su cabeza como una computadora en la que si tienen todos los programas abiertos se cuelga y dice “el programa no responde”, así estamos nosotros cuando queremos abarcarlo todo y al final no abarcamos nada. Una cosa por vez y para cada cosa su tiempo.



*El estrés que nos provocan los medios tecnológicos bien podría ser una futura nota.

jueves, 24 de octubre de 2013

Darle batalla a la vida



Recién terminaba de ver un capítulo de esas series épicas con grandes batalles, con grandes hombres y mujeres que tienen heroicos objetivos, que defienden sus tierras con espada en mano o combaten grandes peligros por honor, o por defender a los suyos… en fin tantas cosas de esas que nos gusta ver, que en el momento agrandamos también el pecho con sonrisa cómplice mientras los caballos de los guerreros atraviesan grandes extensiones de campo. Pero después, nuestra vida parece tan poca cosa, nuestros problemas tan poco trascendentes. Hoy, sin ir más lejos, no podía levantarme de la cama, todo me parecía poco importante, tan aburrido. Y no es que quiera ir a pelear con los molinos de viento porque esas grandes historias me hayan enloquecido, sino simplemente que sufro el mal de muchos, el de sentir el vacío de los días, el agotamiento de la rutina, el aburrimiento de hacer cosas que hago sólo porque tengo que hacerlas. A veces me siento débil y cansada, me cuesta arrancarme de la cama, arrastrarme hasta el baño. Nuestras batallas son ir a un trabajo, o los exámenes de fin de año, o los problemas familiares, económicos, de salud, o simplemente el no encontrar que hacer en la vida. A veces la depresión es la falta de motivación por las cosas, la falta de metas que nos entusiasmen lo suficiente como para poner el despertador bien temprano y levantarnos a hacer de un simple día un gran día. También me doy cuenta que sufrimos otro mal de esta época de que todo vaya tan rápido que ni siquiera disfrutamos lo suficiente las cosas buenas. A veces deseamos mucho alguna cosa, desde una meta personal u obtener algo material, y la felicidad de cumplirlo nos dura poco, porque enseguida otras cosas se nos vienen encima y no nos dan tiempo para el disfrute del objetivo alcanzado. Muchas veces pensé que naturalizamos todo cada vez más rápido y por tanto las satisfacciones nos duran cada vez menos. Por ejemplo el obtener algo nuevo, nos acostumbramos con tanta rapidez que nos aburre pronto y queremos obtener otra cosa. Y así todo el tiempo con todo: nunca estamos satisfechos. Y el nunca estar satisfechos con nada, esa insatisfacción constante claramente nos desmotiva ¿Por qué para que perseguir objetivos si ya sabemos –porque lo hemos vivido- que hasta la felicidad de obtenerlos nos dura poco?

Yo tampoco sé todavía la “solución” a todas estas cosas que nos pasan. Me encantaría a mi también saberla, resolverla en mi propia vida y compartirla en este momento. Lo que sí sé es que nuestras batallas no están en una gran guerra, ni en tiempos futuros. Lo que sé es que nuestra batalla es todos los días con la vida misma, con nosotros mismos. Dándole pelea a todo lo que nos dificulte el camino, para así crecer, y ser siempre un poco más felices con nosotros mismos. Muchas veces la angustia proviene de sentir que “la vida no tiene un sentido” o más específicamente que nuestra vida no lo tiene. Yo creo que el objetivo de todos es ser felices, encontrar plenitud, y que todos lo vamos a encontrar en cosas diferentes por eso hay tantas formas de felicidad como personas en el mundo. Hay que andar con ojo alerta y saber escucharnos cuando estamos bien y cuando estamos mal para entendernos mejor e ir en busca de lo que nos haga bien.