Recién terminaba de ver un capítulo de esas series épicas
con grandes batalles, con grandes hombres y mujeres que tienen heroicos
objetivos, que defienden sus tierras con espada en mano o combaten grandes
peligros por honor, o por defender a los suyos… en fin tantas cosas de esas que
nos gusta ver, que en el momento agrandamos también el pecho con sonrisa
cómplice mientras los caballos de los guerreros atraviesan grandes extensiones
de campo. Pero después, nuestra vida parece tan poca cosa, nuestros problemas
tan poco trascendentes. Hoy, sin ir más lejos, no podía levantarme de la cama,
todo me parecía poco importante, tan aburrido. Y no es que quiera ir a pelear
con los molinos de viento porque esas grandes historias me hayan enloquecido,
sino simplemente que sufro el mal de muchos, el de sentir el vacío de los días,
el agotamiento de la rutina, el aburrimiento de hacer cosas que hago sólo
porque tengo que hacerlas. A veces me siento débil y cansada, me cuesta
arrancarme de la cama, arrastrarme hasta el baño. Nuestras batallas son ir a un
trabajo, o los exámenes de fin de año, o los problemas familiares, económicos,
de salud, o simplemente el no encontrar que hacer en la vida. A veces la
depresión es la falta de motivación por las cosas, la falta de metas que nos
entusiasmen lo suficiente como para poner el despertador bien temprano y
levantarnos a hacer de un simple día un gran día. También me doy cuenta que
sufrimos otro mal de esta época de que todo vaya tan rápido que ni siquiera
disfrutamos lo suficiente las cosas buenas. A veces deseamos mucho alguna cosa,
desde una meta personal u obtener algo material, y la felicidad de cumplirlo
nos dura poco, porque enseguida otras cosas se nos vienen encima y no nos dan
tiempo para el disfrute del objetivo alcanzado. Muchas veces pensé que
naturalizamos todo cada vez más rápido y por tanto las satisfacciones nos duran
cada vez menos. Por ejemplo el obtener algo nuevo, nos acostumbramos con tanta
rapidez que nos aburre pronto y queremos obtener otra cosa. Y así todo el
tiempo con todo: nunca estamos satisfechos. Y el nunca estar satisfechos con
nada, esa insatisfacción constante claramente nos desmotiva ¿Por qué para que
perseguir objetivos si ya sabemos –porque lo hemos vivido- que hasta la felicidad
de obtenerlos nos dura poco?
Yo tampoco sé todavía la “solución” a todas estas cosas que
nos pasan. Me encantaría a mi también saberla, resolverla en mi propia vida y
compartirla en este momento. Lo que sí sé es que nuestras batallas no están en una
gran guerra, ni en tiempos futuros. Lo que sé es que nuestra batalla es todos
los días con la vida misma, con nosotros mismos. Dándole pelea a todo lo que
nos dificulte el camino, para así crecer, y ser siempre un poco más felices con
nosotros mismos. Muchas veces la angustia proviene de sentir que “la vida no
tiene un sentido” o más específicamente que nuestra vida no lo tiene. Yo creo
que el objetivo de todos es ser felices, encontrar plenitud, y que todos lo
vamos a encontrar en cosas diferentes por eso hay tantas formas de felicidad
como personas en el mundo. Hay que andar con ojo alerta y saber escucharnos
cuando estamos bien y cuando estamos mal para entendernos mejor e ir en busca
de lo que nos haga bien.
Gracias por visitar mi insignificante blog.
ResponderBorrarMe gusta este texto tuyo, tu reflexión sincera y valiente.
Sigamos en la brecha, seamos tenaces que la lucha es muy dura y la paz no es un golpe de viento repentino, sino la piedra en la que cada día es necesario escupir el esfuerzo de conquistarla.
Ha sido un placer tomar el te contigo.
Salud !
Que bueno leerte Funámbulus!
BorrarTe agradezco por leerme y comentar y ojala te haya dado aunque sea un empujoncito para seguir "batallando" en el día a día que siempre hace falta.
Espero pronto pases por más tés y galletitas.
Un gusto.